domingo, 6 de mayo de 2012

¿Dónde están las palabras cuando las necesitamos?

Quise decirte una frase cuando me faltaban las palabras y quise decirte dos palabras cuando no encontraba las letras.
Quise renunciar a una poesía por enfrentarme a un recuerdo, que aunque hoy lo olvido mañana tendrá acuerdo.
Quise regalarte un beso cuando tus palabras frenaron mi deseo y a pesar de querer permanecer atento perdí todo mi aliento.

¿Dónde están las palabras cuando las necesitamos? Quisiera encontrar las letras que me lleven a una nueva palabra. Una palabra de único significado, de sentido exclusivo y dirección vertical para no ser mal interpretada. Una palabra objetiva, pura, transparente... que complete y ultime el orden idóneo para decirte lo que siento.


"La palabra más soez y la carta más grosera son más educadas que el silencio" -Friedrich Nietzsche-

miércoles, 18 de abril de 2012

La nube y la duna.

Una joven nube nació en medio de una gran tempestad en el mar Mediterráneo. Pero casi no tuvo tiempo de crecer allí, pues un fuerte viento empujó a todas las nubes en dirección a África.  
No bien llegaron al continente, el clima cambió: un sol generoso brillaba en el cielo y abajo se extendía la arena dorada del desierto del Sahara. El viento siguió empujándolas en dirección a los bosques del sur, ya que en el desierto casi no llueve. 
Entretanto la nuestra decidió desgarrarse de sus padres y de sus más viejos amigos para conocer el mundo. 
—¿Qué estás haciendo? —protestó el viento—. ¡El desierto es todo igual! ¡Regresa a la formación y vámonos hasta el centro de África, donde existen montañas y árboles deslumbrantes!  
Pero la joven nube, rebelde por Naturaleza, no obedeció. Poco a poco fue bajando de altitud hasta conseguir planear en una brisa suave, generosa, cerca de las arenas doradas. Después de pasear mucho, se dio cuenta de que una de las dunas le estaba sonriendo. 


Vio que ella también era joven, recién formada por el viento que acababa de pasar. Y al momento se enamoró de su cabellera dorada. 

—Buenos días —dijo—. ¿Cómo se vive allá abajo?
—Tengo la compañía de las otras dunas, del sol, del viento y de las caravanas que de vez en cuando pasan por aquí. A veces hace mucho calor, pero se puede aguantar. ¿Y cómo se vive allí arriba?
—También existen el viento y el sol, pero la ventaja es que puedo pasear por el cielo y conocer muchas cosas.
—Para mí la vida es corta —dijo la duna—. Cuando el viento vuelva de las selvas, desapareceré.
—¿Y esto te entristece?
—Me da la impresión de que no sirvo para nada.
—Yo también siento lo mismo. En cuanto pase un viento nuevo, iré hacia el sur y me transformaré en lluvia. Mientras tanto, este es mi destino. 
La duna vaciló un poco, pero terminó diciendo:
—¿Sabes que aquí en el desierto decimos que la lluvia es el Paraíso?
—No sabía que podía transformarme en algo tan importante —dijo la nube, orgullosa.
—Ya escuché varias leyendas contadas por viejas dunas. Ellas dicen que, después de la lluvia, quedamos cubiertas por hierbas y flores. Pero yo nunca sabré lo que es eso, porque en el desierto es muy difícil que llueva.
Ahora fue la nube la que vaciló. Pero enseguida volvió a abrir su amplia sonrisa:
—Si quieres, puedo cubrirte de lluvia. Aunque acabo de llegar, me he enamorado de ti y me gustaría quedarme aquí para siempre.
—Cuando te vi por primera vez en el cielo también me enamoré —dijo la duna—. Pero si tú transformas tu linda cabellera blanca en lluvia, terminarás muriendo.
—El amor nunca muere —dijo la nube—. Se transforma. Y yo quiero mostrarte el Paraíso.
 
Y comenzó a acariciar a la duna con pequeñas gotas.

Así permanecieron juntas mucho tiempo hasta que apareció un arco iris.

Al día siguiente, la pequeña duna estaba cubierta de flores. Otras nubes que pasaban en dirección a África pensaban que allí estaba la parte del bosque que estaban buscando y soltaban más lluvia. Veinte años después, la duna se había transformado en un oasis, que refrescaba a los viajeros con la sombra de sus árboles.
Todo porque, un día, una nube enamorada no había tenido miedo de dar su vida por amor.

domingo, 15 de abril de 2012

Un nuevo camino hacia el mismo lugar

Un día, un becerro tuvo que atravesar un bosque virgen para volver a su pastura. Siendo animal irracional, abrió un sendero tortuoso, lleno de curvas, subiendo y bajando colinas.
Al día siguiente, un perro que pasaba por allí usó ese mismo sendero para atravesar el bosque. Después fue el turno de un carnero, lider de un rebaño, que, viendo el espacio ya abierto, hizo a sus compañeros seguir por allí.
Más tarde, los hombres comenzaron a usar ese sendero: entraban y salían, giraban a la derecha, a la izquierda, descendían, se desviaban de obstáculos, quejándose y maldiciendo, con toda razón. Pero no hacían nada para crear una nueva alternativa.
Después de tanto uso, el sendero acabó convertido en un amplio camino donde los pobres animales se cansaban bajo pesadas cargas, obligados a recorrer en tres horas una distancia que podría haber sido vencida en treinta minutos, si no hubieran seguido la vía abierta por el becerro.
Pasaron muchos años y el camino se convirtió en la calle principal de un poblado y, posteriormente, en la avenida principal de una ciudad. Todos se quejaban del tránsito, porque el trayecto era el peor posible.

Mientras tanto, el viejo y sabio bosque se reía, al ver que los hombres tienen la tendencia a seguir como ciegos el camino que ya está abierto, sin preguntarse nunca si aquélla es la mejor elección.


"Si hayas un camino sin obstáculos, quizás no te lleve a ninguna parte" -Constancio C. Vigil-

sábado, 14 de abril de 2012

Me devolviste un millón de euros en palabras.

Siempre llevo alguna moneda suelta en el coche para poder ayudar, mínimamente, a quien pueda necesitarlo en algún semáforo. Es más, tengo la güantera repleta de paquetes de clínex del mismo señor de la rotonda de debajo de mi casa. Pero esta última vez fue algo muy especial, algo que me marcó, que dudo que olvide con facilidad. Su mirada transmitía ternura, bondad, apacibilidad y un sentimiento de culpa que jamás sabré por qué llegó a esa persona. Antes de llegar a mi ventanilla yo ya saqué mi mano con un euro con veinte céntimos, que era lo único que tenía suelto en ese momento, pero comprobé que si yo he usado la palabra "único", la persona que recibió esa mínina cantidad, asemejada a un cortado en cualquier bar, hubiera usado la palabra "inmenso". Se acercó y le dije amablemente: -"Lo siento, pero no puedo darle más"-. Entonces, él sonrió y me dijo que esa cantidad era muy superior a todo lo que había conseguido en las 3 horas anteriores, bajo lluvia y el frío. Quedé petrificado sin saber qué decir y noté cómo una lágrima se deslizaba sobre mi rostro hasta caer en mis piernas. Luego, él marchó hacia la zona donde estaba colocado y apretaba muy fuerte la mano con los ojos cerrados, queriendo dar las gracias a alguien.

Ayer pasé por esa misma zona para ver si estaba situado en el mismo sitio pero no hubo suerte. No sé qué es lo que deparará el destino a este hombre pero espero que sea algo muy floreciente.

Cuánto debemos aprender...

"La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas" - Sigmund Freud -

viernes, 13 de abril de 2012

Los días que nos introducen en nuestra historia.

Seguidores y amantes de "Carpe Diem" somos pero casi siempre queriendo vivir la vida de otros. Intencionadamente decidimos cuál es nuestro camino, sin saber a ciencia cierta qué nos depara esa vereda. Tenemos la libertad y el privilegio de poder elegir, siempre, aunque a veces nos veamos obligados a tomar una decisión. ¿Sabemos, conscientemente, aprovechar eso?

Yo, en mi vida profesional y personal, tomo decisiones importantes cada día, que muchas salen bien y otras salen mal, pero alguna vez ha ocurrido, que la elección negativa con el tiempo se convierte en la elección positiva.
Con todo ello marcamos nuestra historia, siendo parte de algo etéreo, de algo grandioso, regio, ostentoso... Escapándonos, cada vez más velozmente, de las matemáticas porque olvidamos los primeros ejercicios de suma en la vida diaria. Por lo que hablar de multiplicar, nos es imposible.

Nos damos cuenta que algo que hoy es colorido, mañana puede ser difuminado y lo más complejo es que muchas veces no podemos controlarlo. O, quizás, ¿sí?

Aprendamos a decidir y de ahí construyamos, y que nuestros días hagan de nosotros algo histórico y no una historia.


"La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa" -Albert Einstein-