domingo, 25 de mayo de 2014

La intuición: nuestra mejor arma

En alguno de mis anteriores post hablaba sobre el lado consciente e inconsciente que posee nuestro cerebro. Expliqué que tomamos decisiones mucho antes de que las podamos pensar de un modo racional y consciente porque, al fin y al cabo, somos emoción. Las emociones controlan un alto porcentaje de la capacidad de decisión ante cualquier obstáculo.
La intuición se encuentra dentro de nuestro lado inconsciente y hoy os hablaré de todo su potencial.


"La única cosa realmente valiosa es la intuición" -Albert Einstein-. ¿Por qué una de las personas más talentosas que han residido en el planeta, un personaje de tal caracter científico y empírico, es capaz de llegar a tal conclusión? Veamos. Pongamos un ejemplo sencillo. Un familiar nuestro posee una enfermedad de síntomas extraños donde es difícil determinar un diagnóstico. Vamos a nuestro especialista y nos da a elegir dos opciones: poner los datos en un ordenador muy sofisticado que nos dará los pasos a seguir para la sanación de nuestro familiar o, por lo contrario, ponernos en manos de un médico con una larga experiencia. ¿Cuál elegiriamos? Obviamente nos inclinaríamos por la segunda. En ocasiones no nos sirve de nada una inteligencia basada en el análisis y la lógica, confiamos más en la intuición del doctor para que mediante la observación, su experiencia y sus sensaciones al respecto, nos pueda dar una solución.


Pensemos ahora en otra de esas situaciones en las que de repente, nos surge una idea, un proyecto, un plan... Estamos en la cama y de pronto nos viene esa sensación imprevista. Estamos relajados y nuestro cerebro nos regala de improviso una imagen. ¿De dónde sale? No se trata en absoluto de un razonamiento deliberativo o lógico, sino una sensación, una intuición que asciende desde nuestro cerebro inconsciente. Pero, entonces, ¿De qué está hecho nuestro cerebro inconsciente? Aquí está la verdadera esencia de la cuestión. Las intuiciones parten de nuestras experiencias almacenadas en nuestro cerebro, de toda esa vida experimentada a base de logros y fracasos. Ahí se haya nuestra verdadera personalidad y esencia. Por ello siempre considero que debemos equivocarnos porque así sabremos que estamos actuando, que recopilamos información, que estamos regenerando y fortaleciendo nuestra intuición, ya que, como jamás tendremos los suficientes datos empíricos para dar una afirmación absolutamente acertada, deberemos recurrir a nuestra mayor arma: la intuición.

La mayoría de nuestras ideas son emocinoales, es decir "las sentimos", y pocas las analizamos mediante el pensamiento deliverativo. De hecho, estas dimensiones llevan a muchos expertors a indagar cómo profesionales de la bolsa y otros agentes que mueven los hilos de las grandes economías, toman sus decisiones. Tal vez se guíen por sus emociones e intereses sin aplicar la lógica a sus acciones.



Por muchas vueltas que le demos, solo parece haber dos grandes sistemas a la hora de tomar decisiones. ¿Cómo hemos tardado tantos siglos en descubrir algo que resultaba esencial hasta para andar por casa? Fue el premio Nobel Daniel Kahneman el que descubrió esa obviedad: el sistema intuitivo es mucho más influyente de lo que la experiencia parece aconsejar; es, sencillamente, el secreto de muchos juicios y pareceres que la gente elige. - See more at: http://www.eduardpunset.es/19024/general/la-intuicion-tambien-cuenta#sthash.q8cNCFIl.dpuf
Hubo dos experimentos que pudieron comprobar la existencia de la intuición, y no sólo eso, sino que la percepción de la realidad dependía de una y mil cosas, como la presencia de un recuerdo a largo plazo que justificaba lo que estábamos viendo, una foto que no sólo nos avivaba el recuerdo sino que lo podía reformar, una nota o melodía cuyo impacto iba a ser netamente mayor que una fotografía. Existe un experimento muy conocido. Se trataba de demostrar que podemos estar ciegos a la hora de ver algo que no vemos, simplemente, porque estamos obnubilados en otra cosa. Véase el vídeo:

http://www.youtube.com/watch?v=F0paA3gsA1s

El experimento demostró no sólo que podemos estar ciegos ante una evidencia, como ver pasear a un gorila por la clase, sino que seguimos estando ciegos ante nuestra ceguera.


“Hay un chispazo en la conciencia, llámese intuición o como se quiera, que trae la solución sin que uno sepa cómo o por qué” - Albert Einstein -





Fuentes: eduardpunset.es y lamenteesmaravillosa.com

Aquí está la verdadera esencia de la cuestión. Las intuiciones parten de nuestras experiencias almacenadas en nuestro cerebro, de toda esa vida experimentada a base de logros y fracasos, ahí donde se instalan nuestras emociones y nuestra personalidad, ahí donde se haya nuestra verdadera esencia. - See more at: http://lamenteesmaravillosa.com/el-poder-de-las-intuiciones#sthash.OZo9Wi76.dpuf
Pongamos un sencillo ejemplo. Un familiar nuestro padece una enfermedad de síntomas extraños donde es difícil obtener un diagnóstico, vamos a nuestro especialista y nos da a elegir dos opciones: poner los datos en un ordenador muy sofisticado que nos dará los pasos a seguir para poder curar a nuestro familiar, o, por lo contrario, ponernos en mano de un médico con una larga carrera de experiencia ¿A cuál elegiríamos? Obviamente nos inclinaríamos por el médico. En ocasiones no nos sirve de nada una inteligencia basada en el análisis y la lógica, confiamos más en la “intuición” del doctor para que mediante la observación, su experiencia y sus sensaciones al respecto, nos pueda dar una solución. Pensemos ahora en otra esas situaciones en las que de repente, nos surge una idea, un proyecto, un plan… estamos en la cama y de pronto nos viene esa sensación imprevista. Estamos relajados y nuestro cerebro nos regala de improviso con una imagen ¿De dónde ha salido? No se trata en absoluto de un razonamiento deliberativo y lógico, es más bien una sensación, una intuición que asciende de pronto de nuestro cerebro inconsciente. Pero entonces ¿De qué está hecho el cerebro inconsciente? Aquí está la verdadera esencia de la cuestión. Las intuiciones parten de nuestras experiencias almacenadas en nuestro cerebro, de toda esa vida experimentada a base de logros y fracasos, ahí donde se instalan nuestras emociones y nuestra personalidad, ahí donde se haya nuestra verdadera esencia. - See more at: http://lamenteesmaravillosa.com/el-poder-de-las-intuiciones#sthash.OZo9Wi76.dpuf
Pongamos un sencillo ejemplo. Un familiar nuestro padece una enfermedad de síntomas extraños donde es difícil obtener un diagnóstico, vamos a nuestro especialista y nos da a elegir dos opciones: poner los datos en un ordenador muy sofisticado que nos dará los pasos a seguir para poder curar a nuestro familiar, o, por lo contrario, ponernos en mano de un médico con una larga carrera de experiencia ¿A cuál elegiríamos? Obviamente nos inclinaríamos por el médico. En ocasiones no nos sirve de nada una inteligencia basada en el análisis y la lógica, confiamos más en la “intuición” del doctor para que mediante la observación, su experiencia y sus sensaciones al respecto, nos pueda dar una solución.

Pensemos ahora en otra esas situaciones en las que de repente, nos surge una idea, un proyecto, un plan… estamos en la cama y de pronto nos viene esa sensación imprevista. Estamos relajados y nuestro cerebro nos regala de improviso con una imagen ¿De dónde ha salido? No se trata en absoluto de un razonamiento deliberativo y lógico, es más bien una sensación, una intuición que asciende de pronto de nuestro cerebro inconsciente. Pero entonces ¿De qué está hecho el cerebro inconsciente?

Aquí está la verdadera esencia de la cuestión. Las intuiciones parten de nuestras experiencias almacenadas en nuestro cerebro, de toda esa vida experimentada a base de logros y fracasos, ahí donde se instalan nuestras emociones y nuestra personalidad, ahí donde se haya nuestra verdadera esencia.

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Pongamos un sencillo ejemplo. Un familiar nuestro padece una enfermedad de síntomas extraños donde es difícil obtener un diagnóstico, vamos a nuestro especialista y nos da a elegir dos opciones: poner los datos en un ordenador muy sofisticado que nos dará los pasos a seguir para poder curar a nuestro familiar, o, por lo contrario, ponernos en mano de un médico con una larga carrera de experiencia ¿A cuál elegiríamos? Obviamente nos inclinaríamos por el médico. En ocasiones no nos sirve de nada una inteligencia basada en el análisis y la lógica, confiamos más en la “intuición” del doctor para que mediante la observación, su experiencia y sus sensaciones al respecto, nos pueda dar una solución.

Pensemos ahora en otra esas situaciones en las que de repente, nos surge una idea, un proyecto, un plan… estamos en la cama y de pronto nos viene esa sensación imprevista. Estamos relajados y nuestro cerebro nos regala de improviso con una imagen ¿De dónde ha salido? No se trata en absoluto de un razonamiento deliberativo y lógico, es más bien una sensación, una intuición que asciende de pronto de nuestro cerebro inconsciente. Pero entonces ¿De qué está hecho el cerebro inconsciente?

Aquí está la verdadera esencia de la cuestión. Las intuiciones parten de nuestras experiencias almacenadas en nuestro cerebro, de toda esa vida experimentada a base de logros y fracasos, ahí donde se instalan nuestras emociones y nuestra personalidad, ahí donde se haya nuestra verdadera esencia.

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Pongamos un sencillo ejemplo. Un familiar nuestro padece una enfermedad de síntomas extraños donde es difícil obtener un diagnóstico, vamos a nuestro especialista y nos da a elegir dos opciones: poner los datos en un ordenador muy sofisticado que nos dará los pasos a seguir para poder curar a nuestro familiar, o, por lo contrario, ponernos en mano de un médico con una larga carrera de experiencia ¿A cuál elegiríamos? Obviamente nos inclinaríamos por el médico. En ocasiones no nos sirve de nada una inteligencia basada en el análisis y la lógica, confiamos más en la “intuición” del doctor para que mediante la observación, su experiencia y sus sensaciones al respecto, nos pueda dar una solución.

Pensemos ahora en otra esas situaciones en las que de repente, nos surge una idea, un proyecto, un plan… estamos en la cama y de pronto nos viene esa sensación imprevista. Estamos relajados y nuestro cerebro nos regala de improviso con una imagen ¿De dónde ha salido? No se trata en absoluto de un razonamiento deliberativo y lógico, es más bien una sensación, una intuición que asciende de pronto de nuestro cerebro inconsciente. Pero entonces ¿De qué está hecho el cerebro inconsciente?

Aquí está la verdadera esencia de la cuestión. Las intuiciones parten de nuestras experiencias almacenadas en nuestro cerebro, de toda esa vida experimentada a base de logros y fracasos, ahí donde se instalan nuestras emociones y nuestra personalidad, ahí donde se haya nuestra verdadera esencia.

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Pongamos un sencillo ejemplo. Un familiar nuestro padece una enfermedad de síntomas extraños donde es difícil obtener un diagnóstico, vamos a nuestro especialista y nos da a elegir dos opciones: poner los datos en un ordenador muy sofisticado que nos dará los pasos a seguir para poder curar a nuestro familiar, o, por lo contrario, ponernos en mano de un médico con una larga carrera de experiencia ¿A cuál elegiríamos? Obviamente nos inclinaríamos por el médico. En ocasiones no nos sirve de nada una inteligencia basada en el análisis y la lógica, confiamos más en la “intuición” del doctor para que mediante la observación, su experiencia y sus sensaciones al respecto, nos pueda dar una solución.

Pensemos ahora en otra esas situaciones en las que de repente, nos surge una idea, un proyecto, un plan… estamos en la cama y de pronto nos viene esa sensación imprevista. Estamos relajados y nuestro cerebro nos regala de improviso con una imagen ¿De dónde ha salido? No se trata en absoluto de un razonamiento deliberativo y lógico, es más bien una sensación, una intuición que asciende de pronto de nuestro cerebro inconsciente. Pero entonces ¿De qué está hecho el cerebro inconsciente?

Aquí está la verdadera esencia de la cuestión. Las intuiciones parten de nuestras experiencias almacenadas en nuestro cerebro, de toda esa vida experimentada a base de logros y fracasos, ahí donde se instalan nuestras emociones y nuestra personalidad, ahí donde se haya nuestra verdadera esencia.

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martes, 13 de mayo de 2014

El productor musical

Much@s me preguntáis sobre cuál o cuáles son las funciones de un productor musical, así que hoy me dedicaré a hablar sobre tal figura, explicando sus cargos y funciones.

Comencemos con la situación histórica. En la primera mitad del siglo XX, el rol del productor discográfico era comparable al de un productor cinemátográfico, debido a que el productor discográfico organizaba y supervisaba las sesiones de grabación, pagaba a los técnicos, músicos y arreglistas y algunas veces escogía material para el artista.

En los años 50 este papel fue interpretado por los directores A&R (artista y repertorio), entre los más destacados estaba el músico y compositor Mitch Miller en Columbia Records. Hasta los años 60 varios productores y directores A&R eran pagados por parte de los grandes sellos discográficos, y varias grabaciones se hacían en estudios controlados y operados por los mismos, como los famosos estudios Abbey Road en Londres, controlados por EMI.
En la segunda mitad de los años cincuenta emergió una nueva categoría: la de los productores independientes. Entre los primeros productores independientes se encuentran Leiber & Stoller, Phil Spector (creador de la pared de sonido) y Joe Meek (pionero de estudio británico).
Este cambio fue facilitado por la introducción de la tecnología de grabación de cinta magnética de alta fidelidad, que alteró considerablemente los procesos y la economía de la grabación de música. La cinta magnética permitió el establecimiento de estudios de grabación independientes en grandes centros de grabación como Los Ángeles, Londres y Nueva York. A diferencia de los antiguos estudios, que eran parecidos a una "tienda cerrada", estos nuevos estudios podían ser usados por cualquier artista no asociado a las grandes casas discográficas.
Los estudios más grandes eran típicamente establecidos y operados por los más importantes ingenieros de grabación. Estos se construían cuidadosamente para crear condiciones óptimas de grabación, y estaban equipados con lo último en equipamiento de grabación y micrófonos de alta calidad, así como amplificadores electrónicos e instrumentos musicales.
Importantes estudios como los estudios Olympic en Londres o United Western Recorded en Los Ángeles se convirtieron rápidamente en los lugares de grabación más solicitados en el mundo. Estas "fábricas de éxito" producirían varias de las grabaciones de pop más exitosas del resto del siglo.

Siguiendo con el símil cinematográfico, el director de la película puede ser en algunos casos también el autor del guión. O el director de fotografía. Pero no necesariamente. El director de cine es, por encima de todo, el encargado de dirigir a todos los componentes del equipo artístico y técnico involucrados en el proceso creativo de realización de una película. El productor musical hace lo mismo. Posee la visión general del proyecto con las primeras ideas, se encarga de desarrollar un plan de grabación, entrando dentro de éste, los músicos apropiados, el arreglo más acertado, el estudio y el equipamiento oportunos, etc. Una cadena de decisiones, que si todas son acertadas, el resultado final será el idóneo. El productor puede ser también el autor de la canción, o el ingeniero de sonido de la grabación, o interpretar todos los instrumentos. Pero no es necesario. Lo que sí es necesario es que explique a los demás cómo él escucha la canción en su cabeza. Así, cuantas más herramientas y conocimientos tenga sobre el proceso y sobre las técnicas involucradas en él, más probable será que esa canción se haga finalmente realidad tal y como él la imaginó.

Para ser más concretos, y a modo de resumen, pongamos todo en estos puntos. El productor musical debería poseer conocimientos de las siguientes disciplinas:

1) Musicales:
  • Armonía. Muchas veces, el cambio de un sólo acorde o una modulación concreta puede hacer que la canción dé un giro de 360 grados. Lo importante es saber elegir y el porqué.
  • Arreglos. Un arreglo musical es escribir nota por nota lo que hace cada instrumento a lo largo de la canción en vez de esperar la propuesta interpretativa del músico, ya sea para escribir él mismo los arreglos o transmitirle al arreglista lo que busca y hacer las correcciones pertinentes.
  • Conocer la variedad de instrumentos y amplificadores en cuanto a construcción y sonido se refiere. Por ejemplo: saber cómo apagar armónicos indeseados de una batería o elegir la guitarra acústica más apropiada para esta canción.
  • Tocar algún instrumento. El piano es ideal para este tipo de trabajo.
2) Programación midi (secuenciación)

3) Técnicos:
  • Acústica. La sala donde grabamos afecta a qué y cómo se graba un instrumento. Saber si esta sala es la apropiada para grabar este instrumento y cómo poder modificar esa acústica si no es conveniente.
  • Microfonía. Conocer los diferentes tipos de micrófronos que existen y saber cuál elegir en cada situación para conseguir el sonido que busca.
  • Pre-amplificadores. También dejan su sello en la captación/creación de un sonido determinado.
  • Digitalizadores. Lo que comúnmente se conoce como tarjeta de sonido.
  • Mezcla. Saber qué sonido busca y cómo conseguirlo. Si él no es el responsable de mezclar la canción debe poder transmitir al ingeniero de mezcla lo que quiere. Debe saber cómo influyen en el sonido dispositivos como ecualizadores, compresores, reverberaciones, delays…
  • Masterización. Qué es la masterización y cómo puede beneficiar a la canción y al tipo de público/entorno al que va encaminada.
4) Psicología aplicada. Crear un buen ambiente de trabajo y saber sacar de cada individuo lo mejor
que pueda dar ese día en esas condiciones. Un buen resultado comienza en la motivación plena del músico. Ser uno más, ni estar por encima ni por debajo.

5) Dotes de dirección, liderazgo y planificación. Anticipación y solvencia de problemas.

6) Contables. Cuánto vale una hora de estudio, un músico de sesión, el catering, una mezcla. Anticipar el coste TOTAL de la producción con TODAS sus fases y no tener nunca que emplear parte de sus honorarios para sufragar una mala previsión de esos costes.


Fases de una producción musical:
■ Planificación del proceso.
■ Composición o selección de temas.
■ Preproducción: Crear el boceto de la canción y plasmarlo en el software, dispositivo de grabación o partitura.
■ Arreglos.
■ Programación de instrumentos virtuales: Tanto los que formarán parte de la mezcla final como los que servirán de boceto o guía para ser interpretados y reemplazados posteriormente.
■ Grabación de instrumentos acústicos y eléctricos.
■ Programaciones extra.
■ Post-producción de sonidos: Modificación mediante efectos y/u otros medios de los sonidos ya grabados
■ Mezcla: Hacer convivir y sonar todas las pistas de la canción y crear una sola pista/ archivo estéreo.
■ Masterización: Retoque de ese último archivo estéreo.

Pero lo más importante, lo que realmente importa, es EMOCIONAR. Por gran calidad técnica o musical que disponga el productor musical, si no sabe emocionar a quien va a escuchar... Hablamos de arte, hablamos de sentir, hablamos de generar emoción.



"La música es la taquigrafía de la emoción" -León Tolstói-




Fuentes: Wikipedia y musicacreativa.com