jueves, 13 de junio de 2013

Aquí y ahora

Esto era un hombre que vagaba por el mundo viajando y viendo nuevas bellezas.
Un día de buena mañana salió a caminar y se adentró en un valle. Una vez allí, azarado por el paisaje, se dio cuenta de que aquello que observaba respetuosamente era un cementerio.
Miró una lápida y comprobó que era de un niño de ocho años. El hombre se asustó, siguió mirando y la siguiente que encontró era un niño de cinco, otro de seis… El hombre aterrado y desolado se sentó en una piedra y comenzó a llorar, pues miró todo el valle y la persona con mayor edad no superaba los 12 años.
Escuchó un ruido y se giró para ver qué ocurría. Era el guarda del cementerio que se le acercaba con intención de preguntarle algo:
-¿Es por algún familiar?-
-No señor, verá usted; ¿Qué maldición es la que hay aquí para que todos los niños mueran? ¿Una plaga? ¿Una enfermedad?-
El cuidador sonrrió y le dijo:
-Tranquilícese, aquí nunca mueren los niños, le explico. Hay una tradición, que desde que un chico cumple los 15 años le dan una libretita, se la cuelgan al cuello y cada vez que disfrutan de algo intensamente apuntan en ella cuánto duró y qué ocurrió. El primer beso, el primer amor, una fiesta con sus amigos…
Cuando mueren miramos en su libretita y sumamos todos los momentos que apuntó, porque en este pueblo pensamos que el tiempo disfrutado intensamente es el tiempo realmente vivido.


"La vida es una obra de teatro que no permite ensayos... Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos". -Charlie Chaplin-